PALACIO REAL DE MADRID
OBRA/TITULO: PALACIO REAL NUEVO DE MADRID
AUTOR: JUVARRA (1678-1736)/SACCHETTI (1690-1764)CRONOLOGÍA: 1736-1764
Descripción: El incendio del viejo alcázar de Madrid, en la Navidad
de 1734, motivó la llegada a España de Filippo Juvarra en 1735, considerado en
su etapa de madurez el mejor arquitecto del momento, para proyectar un nuevo Palacio Real más
acorde con la arquitectura de la época.
Juvarra trazo los primeros planos basándose en una
concepción de grandiosidad, ya que la primera aspiración de los reyes Felipe e
Isabel había sido, al encargarle el nuevo palacio, emular en extensión y
grandeza el Louvre. En este primer proyecto es posible percibir las huellas del
proyecto irrealizado de Bernini de 1655 para el palacio del Louvre, así como un
manifiesto influjo de su Palazzo Madama en Turín, además la concepción de
Juvarra era francesa, con lo que la
influencia de Versalles era muy clara,
en la idea de ciudad real y regular que reuniese: Residencia Real, Servicios de
la Corte y Ministerios, era un palacio
de 1700 pies de lado, con un patio de 700 por 400 y 20 patios pequeños, 34
entradas, once de ellas en la fachada principal, 2000 columnas y un numero
incalculable de estatuas. Pero el
proyecto resulto tan excesivo que asustó a los propios soberanos quienes
decidieron renunciar, en cierta medida a estos excesos arquitectónicos.
Al fallecer
Juvarra a los pocos meses de haber llegado a Madrid fue designando como su sucesor para
la realización del palacio real su
discípulo, el turinés Sacchetti, quien realizo un primer proyecto completo en
febrero de 1738 iniciándose las obras, tardándose 30 años en dejar el palacio
habitable.
Los planos presentados por Sacchetti al rey Felipe
correspondían a un palacio que debía ocupar una cuarta parte del área prevista
en el primer proyecto, sobre todo por las obligadas alteraciones del terreno,
pues se acordó su construcción en el
solar ocupado por el viejo alcázar, en un extremo de la ciudad sobre una
cortadura del terreno, por cuyo fondo se desliza el Manzanares. Sin embargo, el
italianismo del proyecto en cuanto a cuerpo compacto no se había alterado,
tampoco la distribución de hileras separadas por un corredor central. El
edificio se desarrolló alrededor de un gran patio central cuadrado, con cuatro
torres tan solo insinuadas en las esquinas, resultando menos alargado y mucho
más alto que el proyecto inicial de Juvarra,
con galerías de circulación en los cuatro lados, como en el palacio Farnesio de Roma. Exteriormente, las fachadas
tienen cada una el cuerpo central avanzado ligeramente y otros cuerpos en los ángulos que se
proyectan también algo fuera del plano de la fachada. Los pisos bajos forman
como una especie de basamento sobre el que se levantan columnas de orden
gigante, que abrazan los tres pisos superiores, empleándose también este orden
gigante en arcos y balaustradas. Es la misma disposición prevista en el
proyecto que Bernini había ideado para el Louvre, proyecto puramente italiano,
y es curioso que aquel mismo proyecto que fue rechazado en Paris, fuese
ejecutado en Madrid por arquitectos italianos, pero con carácter
inequívocamente francés. El palacio muestra suaves efectos de bicromía, que se
consiguieron con el empleo alternante de piedra blanca de Colmenar con otras
rosadas procedentes de Sepúlveda.
El patio central, edificado con piedra granítica, que
no se presta al adorno escultórico, es de líneas precisas, académicas. Pero
Sacchetti solo conservó una parte de lo que había trazado Juvarra e introdujo
muchas mejoras que vinieron a aportar amenidad al palacio. Así en el exterior, lo mejoró dando más
importancia a las terrazas, que en la fachada norte se extienden sobre el
tercer piso. También mejoro en el interior la escalinata. La colocación
definitiva de la real capilla, con su cúpula, en situación aneja a aquella
fachada norte (solución adoptada en 1743), acabo de dar al edificio su aspecto
característico, que aligera considerablemente su masa, que de otra forma habría
mostrado una apariencia demasiado pesada.
El palacio nuevo se convertirá en un emblema artístico
internacional. La escultura de italianos y franceses en la que colaboraron
algunos españoles lo elevaron a términos suntuosos. Los bienes artísticos que
se congregaron en sus aposentos enriquecieron su apariencia áulica. La pintura
de sus techos confiada a Tiépolo, Mengs, Maella y Bayeu aumentaron su valor artístico. Se
convertía en el marco en el que se sintetizaban y coexistían artes europeas de
diferente procedencia. Este palacio tiene un gran interés pues tuvo una función
didáctica muy importante al constituirse en una autentica escuela teórica y
practica en la formación de los jóvenes arquitectos españoles en las ideas
procedentes de Italia y de Francia junto a artistas renombrados venidos de
estos reinos, sirviendo como centro de difusión de una arquitectura que se
puede considerar como barroca clasicista estructural y de formas rococó, para
después, llegar a alcanzar un clasicismo bastante depurado.
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